miércoles, 21 de octubre de 2009

...LA PESTE HOY...

La prevención y el tratamiento de la plaga son relativamente éxitos en la actualidad. El organismo que la causa fue descubierto, casi al mis tiempo, por el japonés Sharamiro Kitasato y el suizo Alexander Yersin. bacilo lleva el nombre de este último y la prevención fue posible gracias la inoculación de una vacuna preparada con organismos muertos o por la inyección de una cepa activa pero no virulenta llamada Yersinia.

Las drogas antibióticas estreptomicina o tetraciclina han demostrado tener éxito en combatir esta enfermedad en las personas infectadas. Las ratas y las pulgas pueden ser tratadas con pesticidas, pero la plaga, en particular en su forma neumónica, es todavía tan peligrosa que la gente que cuidaba a los enfermos tiene que usar máscaras, trajes protectores y guantes, cual lo hacían —o se aconsejaba hacer— durante la época de la muerte negra o la Gran Plaga de 1665.

Nada nos explica cómo se extinguió la Gran Plaga de Europa a fines siglo XVII. Hay varias sugerencias, una de las cuales, la teoría de las rata es la más conocida. Ésta supone que la amigable rata negra de las casas barcos fue perseguida por la más feroz rata marrón noruega que, se dice que apareció por primera vez en Europa en 1720. La rata marrón habitaba en las cloacas y es más comúnmente infectada por una pulga diferente, que rara vez es transmisible a los seres humanos.

No obstante, es necesario precisar un par de cuestiones. En primer lugar, la teoría de que la rata marrón mat6 la negra es sólo una presunción. Las dos especies parecen no competir por el espacio ni la comida, y en muchos lugares viven próximas una de la otra respetando cada cual su territorio y alejadas entre sí. Hasta pueden permanecer acostadas una junto a la otra cuando el lugar es lo suficientemente espacioso como para permitir que cada una se sienta satisfecha con sus codiciones. En segundo término, no está probado que la rata negra alguna vez haya desaparecido, pero sí que volvió y desde 1910 ha aumentado su presencia en Europa.


Este hecho ha sido confirmado por F. E. Loosjes, quien comentó: “Si la plaga de las epidemias realmente desapareció con la rata negra es imperativo hacer un estudio cuidadoso de la especie actual y de su incremento, y, de ser posible exterminada".

Hay un tipo de plaga animal llamada "campestre” o “selvática” que afecta a los roedores, tales como ratas, conejos, liebres y ardillas. La transmisión roedor-pulga-roedor podría llevar la infección a otras especies urbanas y amigables, como las ratas negras, los hámsters y los chanchitos de Guinea. Hay una posibilidad de que éste sea un tipo de plaga que alguna vez fue humana Y se transmitió a un roedor. Nuestros antepasados eran tan observadores como nosotros y ellos no parecen haber notado ningún incremento en la mortalidad de las ratas, un hecho que ha sido destacado en China, la India y Mongolia. A lo mejor la epidemiología es correcta, pero tratada de otra manera.

Las grandes plagas pueden haber sido originadas por los seres humanos y luego transmitidas por las pulgas a las ratas. Cualquiera fuese la respuesta a estos enunciados, el reinado de trescientos años de la plaga en Europa culminó por un proceso natural y no por una medida efectiva por parte del hombre. No hubo ningún descubrimiento médico ni científico, ningún avance en la higiene social ni mejoramiento en el nivel de vida que pueda explicarnos esta desaparición.

Quien lea estas palabras y crea que el relato de la muerte negra es exagerado, y no está de acuerdo con el conocimiento médico moderno, permítame considerar la evidencia de Francesco Petrarca.

El gran poeta y humanista italiano, que conocía esa época porque sobrevivió a la peste en Italia, cuenta que Laura, su misterioso y platónico amor, murió de la plaga en Aviñón el 6 de abril de 1348. Describió las casas vacías, los pueblos y los campos abandonados, los terrenos cubiertos por los muertos, el silencio sepulcral y vasto en todos lados. Recordó que los historiadores se quedaban silenciosos cuando alguien les pedía que describieran desastres similares, de médicos que enloquecían, de filósofos que se encogían de hombros, fruncían el entrecejo y colocaban un dedo sobre los labios silenciándolos

Petrarca termina aquel relato con estas palabras sentenciosas: “Es posible que la posteridad pueda creer estas cosas? Porque nosotros, que las hemos vivido casi no podemos creerlas”.


OTRAS ALTERNATIVAS A LA ENFERMEDAD

Recientemente, los científicos Susan Scott y Christopher Duncan de la Universidad de Liverpool han propuesto la teoría de que la peste negra pudo haber sido causada por un virus similar al del Ébola, y no una bacteria. Argumentan que esta plaga se extiendió mucho más deprisa y el periodo de incubación fue más largo que en el caso de las plagas causadas por Yersinia pestis. (Un periodo de incubación más largo permite que los portadores de la enfermedad puedan viajar más lejos e infectar a más personas que un periodo de incubación más corto.

Los estudios realizados a partir de los documentos en iglesias inglesas indican un largo periodo de incubación, de más de 30 días, y que pudo haber contribuido a la rápida propagación de la enfermedad, de hasta 5 km al día. La peste negra se propagó por zonas donde no hay ratas, como Islandia, fue transmitida entre personas (lo que ocurre raramente con Yersinia pestis) y algunos genes que determinan la inmunidad a virus parecidos al Ébola están mucho más extendidos en Europa que en otras partes del mundo.

En una línea similar de pensamiento, el historiador Norman F. Cantor, en su libro In the Wake of the Plague (En el despertar de la peste, 2001), sugiere que la Peste Negra pudo haber sido una combinación de pandemias entre las que se podría encontrar una forma de ántrax.
Cita, entre otras cosas, informes sobre los síntomas de la enfermedad que no concuerdan con los efectos conocidos de las pestes bubónica y neumónica; el descubrimiento de esporas de ántrax en un cementerio de víctimas de la Peste Negra en Escocia y el hecho de que se sabe que se vendió carne de ganado infectado en muchas áreas rurales de Inglaterra poco antes del comienzo de la peste.

Más aún, lo que fue considerado previamente la evidencia definitiva a favor de la teoría de la Yersinia pestis, tejido de pulpa dental tomado de un cementerio en Montpellier de la epidemia del siglo XIV, que contenía DNA de Y. pestis, nunca fue confirmado en ningún otro cementerio.

Hay, sin embargo, contra argumentos para esta teoría. Ejemplos históricos de pandemias de otras enfermedades en poblaciones no expuestas previamente, tales como viruela y tuberculosis entre Indios Americanos, muestran que debido a que no hay una adaptación heredada a la enfermedad, su curso en la primera epidemia es más rápido y mucho más virulento que posteriores epidemias entre los descendientes o supervivientes. El Oriente Medio y el Oriente lejano fueron afectados igualmente mal (como testifica la Rihla de Ibn Battuta), así que es curiosa la prevalencia de genes de inmunidad específicamente en europeos. Además, la peste volvió repetidamente y fue considerada como la misma enfermedad a través de los sucesivos siglos hasta los tiempos modernos cuando fue identificada la bacteria Yersinia.

En Septiembre de 2003, un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford reveló los sorprendentes resultados de pruebas hechas sobre 121 dientes de 66 esqueletos encontrados en fosas comunes del siglo XIV. Los restos no mostraron traza genética alguna de Yersinia pestis, y los investigadores sugieren que el estudio de Montpellier podría haber sido defectuoso.

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